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Resulta que esta forma de lenguaje no es la única forma en que nos comunicamos entre nosotros. Nuestros cuerpos se mueven y se balancean en sincronía con nuestras palabras, y continúan hablando incluso cuando permanecemos en silencio.
Tabla de contenido
Cómo habla el cuerpo
Usamos nuestros cuerpos intencionalmente cuando hacemos cosas como encogernos de hombros, aplaudir, sacudir la cabeza o poner los ojos en blanco. Otras veces, nuestros cuerpos van a nuestras espaldas para revelar nuestros estados de ánimo o pensamientos sin que nos demos cuenta, como cuando, sin saberlo, apuntamos con los pies en una dirección, hacemos que nuestros cuerpos ocupen menos espacio o nos tocamos el cuello y la cara.
David Lambert señala tres propósitos clave del lenguaje corporal: como un reemplazo consciente del habla, como cuando guiñamos un ojo o levantamos el pulgar; para reforzar el habla, como cuando usamos gestos con las manos para ayudar a articular un punto que estamos haciendo oralmente; y como reflejo del estado de ánimo, como nuestras expresiones, señalar con el cuerpo y pupilas dilatadas.
El lenguaje corporal fue probablemente el medio por el cual nos comunicamos en épocas anteriores a la evolución de la capacidad humana para el lenguaje. El zoólogo británico Desmond Morris sugirió en 1969 que debemos nuestra comunicación no verbal a nuestra naturaleza animal.
Aún antes, en 1872, Charles Darwin afirmó que los humanos y los simios expresan expresiones faciales similares heredadas de un ancestro común.
No son solo los humanos y los simios, otros animales, desde lagartos hasta pájaros y perros, inflan el pecho cuando quieren establecer el dominio. Sabemos que un perro se siente culpable cuando baja la cabeza, pero también sabemos que nosotros también podemos dar esas miradas de cachorrito.
Tanto nosotros como otros animales bailamos para atraer pareja y nos encogemos cuando somos rechazados o derrotados.
Nuestros cuerpos parecen ser herramientas poderosas y universalmente expresivas que dicen mucho más de lo que nos damos cuenta, tanto cuando queremos como cuando no nos damos cuenta.
El pensamiento físico
Algo extraño ha salido a la luz en las últimas décadas: la idea de que nuestros cuerpos no solo expresan nuestras mentes, sino que el cuerpo puede influir directamente en la mente a su manera. Esta es una calle de doble sentido.
Hay un campo emergente en psicología conocido como cognición incorporada, cuya premisa principal es que nuestros cuerpos y el mundo que nos rodea no solo nos influyen, sino que están íntimamente entretejidos con nuestros pensamientos. Nuestras experiencias son parte de nuestro pensamiento.
Los estudios dentro de este campo nos han brindado algunos hallazgos increíbles: sentarse en una silla dura hace que las personas estén menos dispuestas a comprometerse que si estuvieran en una silla blanda; sostener un portapapeles pesado hizo que las personas se tomaran su trabajo más en serio; sostener una bebida caliente hizo que la gente juzgara a otros como más generosos y cariñosos que los que sostenían bebidas frías.
Está dando un nuevo giro a lo que hacemos con nuestras mentes. La típica idea de que nuestra conciencia se asienta dentro de nuestro cerebro y observa el mundo, controlando el cuerpo para realizar sus acciones, es solo la mitad de la historia.
Gran parte de nuestro lenguaje corporal ocurre sin que nos demos cuenta, simplemente lo seguimos. Pero, si observamos esta idea de la cognición incorporada, podríamos encontrar que al tomar conciencia y usar el poder de la mente para elegir voluntariamente nuestra forma y movimiento, podemos alterar nuestras mentes y estados de ánimo a propósito. Exploremos las posibilidades.
1. Encorvarse
Probablemente te hayan dicho que te sientes derecho varias veces en tu vida, resulta que hay una buena razón para seguir ese consejo. Sentarse o pararse encorvado puede provocar una alineación anormal de la columna, lo que puede afectar nuestra salud en general y dejarnos con problemas por el resto de nuestras vidas.
También hay efectos a corto plazo. Colocar el cuerpo encorvado puede hacer que te sientas triste y sin energía, según descubrió un estudio de la Universidad Estatal de San Francisco. También descubrieron que cambiar su postura a una posición erguida puede causar una mejora en el estado de ánimo y la energía.
Encorvarse también puede ser una señal de que te estás subestimando a ti mismo, pero es algo que puedes revertir fácilmente con una acción consciente.
2. Brazos cruzados
Cruzar los brazos es un mecanismo de defensa, utilizado para proteger nuestro corazón y pulmones. A menudo recurrimos a él cuando nos sentimos nerviosos, inseguros o negativos hacia algo o alguien. También se han observado monos haciendo el mismo gesto en situaciones amenazantes similares.
Se ha demostrado que cruzar los brazos hace que las personas sean más persistentes y estén dispuestas a trabajar más tiempo en problemas difíciles, incluso cuando tenemos ganas de renunciar.
Sin embargo, es posible que no queramos esa actitud fuerte al tratar con otras personas, ya que la barrera física que representa no solo podría dar la impresión de que no está abierto a la opinión de la otra persona, sino que, literalmente, podría volverse menos abierto a ella.
3. Sonriendo
Cuando vemos una sonrisa, nuestro cerebro crea el mismo patrón de actividad que haría si sonreímos y, al hacerlo, sentimos las mismas emociones que acompañan a una sonrisa: es la misma idea detrás de esos bostezos contagiosos.
La buena noticia es que no necesitas ver sonreír a otra persona, puedes hacerlo tú mismo. Hacer esto puede sacarte de un estado de ánimo negativo y reducir tus niveles de estrés, mientras que quedarte con el ceño fruncido y las expresiones negativas te hace ver el mundo bajo una luz más cínica.
4. Reflejo
Esto sucede muchas veces de forma inconsciente a través de esas neuronas espejo, pero el efecto permanece si lo hacemos intencionadamente. Se ha demostrado que el reflejo ayuda a crear una relación con los demás, ayuda a las personas a resolver desacuerdos con más facilidad y también puede fomentar la empatía.
Si está buscando más formas de crear una buena relación con los demás, lea también estos 8 trucos de conversación para gustarle a la gente y también mejorar sus habilidades de comunicación.
5. Posturas de poder
Al igual que los animales que inflan el pecho para establecer el dominio, ocupar un espacio es una exhibición poderosa. Los que ocupan más espacio se asocian a índices de confianza, seguridad en uno mismo y, en general, de una clase social más alta.
La pose de poder, en la que ocupamos espacio a través de una postura de confianza, altera nuestros niveles de testosterona y cortisol.
Se ha demostrado que practicar una pose simple durante 2 a 3 minutos al día aumenta nuestra sensación de poder al aumentar la testosterona hasta en un 20 %, mientras que aquellos que se sienten derrotados con poses de baja potencia sufren una disminución.
La hormona del estrés, el cortisol, disminuye en aquellos que simplemente se ven confiados y aumenta en aquellos que tienen una postura insegura.
Hay un poder en el contacto visual, mirar fijamente a los ojos crea excitación, buena o mala, dependiendo de las circunstancias. También te ayuda a interpretar mejor las sonrisas falsas de las reales, y podría delatar tus mentiras.
Un estudio realizado en 1989 encontró que si dos personas conocidas se miraban a los ojos durante dos minutos, eso era suficiente para crear sentimientos más elevados de afecto y pasión. Otro estudio encontró que bajo la mirada del contacto visual de las anteras, nos volvemos más conscientes de nosotros mismos.
Haciendo uso del bucle
El lenguaje corporal existe desde hace más tiempo que nosotros y es una función extraordinariamente universal. Dicho esto, no todo lo que decimos con nuestro cuerpo ocurre entre todos.
Todos debemos ser conscientes de que diferentes gestos con las manos pueden significar una cosa en el lugar donde vives y algo completamente diferente en otra cultura. También hay algunas diferencias sorprendentes entre hombres y mujeres, particularmente cuando uno intenta atraer al otro.
Incluso con las diferencias, entregamos una gran cantidad de información sobre nuestros pensamientos y sentimientos internos a través de nuestros cuerpos, y también interpretamos mucho del lenguaje corporal de los demás.
Este lenguaje, como el del lenguaje hablado, no es sólo entre personas. Nos hablamos a nosotros mismos todo el tiempo, al igual que nuestros cuerpos. Ayudan a dar forma a nuestras experiencias, estados de ánimo y pensamientos a través de la cognición incorporada.
Parecería que la forma en que sentimos las emociones no se limita solo a nuestro cerebro: hay partes de nuestro cuerpo que ayudan y refuerzan los sentimientos que tenemos. Es como un ciclo de retroalimentación.
miguel lewis
Este bucle conductual y cognitivo define gran parte de lo que hacemos. Las acciones y expresiones en las que nos involucramos alteran nuestros pensamientos, y estos pensamientos luego crean emociones que afectan nuestros cuerpos.
Al aprender a hackear este bucle, podemos diseñar los mejores pensamientos y emociones para la situación, sin mencionar el lenguaje corporal adecuado para quienes nos rodean. ¿En qué se diferencia tu lenguaje corporal de las palabras que dices? ¿Y cómo podría estar afectando tus pensamientos?